Parte 3: Las consecuencias

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Agustín González
Cómo una comunidad inspira a otra a proteger su salud
Parte 3
Las consecuencias 

Ubicadas cerca de la Presa Allende, y a no más de 20 minutos del centro de San Miguel, existen varias comunidades rurales que carecen de acceso adecuado y seguro al agua limpia, a pesar de ser vecinas de un cuerpo de agua tan masivo. Muchos de los habitantes de estas comunidades cargan visiblemente con los efectos en la salud que resultan de beber agua contaminada con arsénico y fluoruro, los dos contaminantes más prevalentes en nuestro suministro regional de agua. Agustín González, una comunidad rural situada en el corazón de esta zona, es una de las comunidades más afectadas, cuyos niveles de fluoruro se han medido entre casi 4 y 6 veces por encima de los límites permitidos, los niveles más altos que nuestro programa de análisis ha registrado nunca en el municipio de San Miguel. El arsénico por otro lado, supera tanto los límites de la Organización Mundial de la Salud como los de México. 

La contaminación por arsénico y fluoruro en nuestro suministro de agua es el resultado del agotamiento extremo de nuestras aguas subterráneas en todo el acuífero Alto del Río Laja. A medida que continuamos bombeando más agua de las profundidades de nuestro acuífero – más de la que puede ser recargada por la lluvia (sobre-extracción) – el nivel freático desciende, obligándonos a perforar pozos cada vez más profundos para alcanzar el recurso cada vez más escaso. Por desgracia, cuanto más profundizamos, más se concentran los niveles de arsénico y flúor existentes de forma natural. Algunos niveles bajos de fluoruro son beneficiosos para nuestra salud. Sin embargo, en concentraciones excesivamente altas, como las que vemos en Agustín González, el fluoruro es responsable de graves efectos para la salud, como la fluorosis dental, el manchado y deterioro irreversibles de los dientes que marcan a un niño de por vida. El fluoruro también puede llegar a concentrarse en gran medida en los huesos, lo que acaba provocando un grave debilitamiento y deformación ósea. Aún más preocupante es el impacto que el fluoruro tiene en el cerebro y las células nerviosas. El consumo regular de altas concentraciones de este químico está relacionado con trastornos cognitivos y de aprendizaje en los niños durante las etapas críticas de desarrollo de su vida.
 

El arsénico, en cambio, es simplemente tóxico para la salud humana. El consumo excesivo, incluso a niveles de contaminación relativamente bajos, está relacionado con la arsenicosis, múltiples tipos de cáncer, lesiones cutáneas y otros tipos de enfermedades crónicas, incluida la enfermedad renal crónica.

El arsénico y el fluoruro están completamente disueltos en el agua. Inodoros, insaboros e invisibles, estos contaminantes son, por desgracia, increíblemente difíciles de eliminar del agua. Opciones de tratamiento estándar, incluyendo hervir el agua, la mayoría de los filtros de agua, e incluso los sistemas de tratamiento de agua comerciales para "todo el hogar", común en San Miguel, no pueden hace nada con respecto al arsénico y fluoruro en el agua. 

En Caminos, hemos confiado históricamente en la recolección de agua de lluvia como nuestra solución más efectiva para hacer frente a la contaminación del agua, simplemente porque la lluvia está naturalmente libre de arsénico y fluoruro. Cuando se combina con un filtro de agua sencillo, como el filtro cerámico Aguadapt que producimos en Caminos, el agua de lluvia se transforma en una fuente sostenible de agua limpia y segura. Así es como nos asociamos inicialmente con la preparatoria SABES de Agustín González. Gracias a la tenacidad de 10 estudiantes, un par de profesores dedicados y el apoyo de la organización asociada El Maíz Más Pequeño, pudimos implementar un extenso programa educativo y construir un primer Sistema de Cosecha de Agua de Lluvia en la preparatoria, que sirvió como modelo demostrativo para enseñar a otros en las comunidades aledañas sobre la crisis hídrica y los beneficios de la tecnología.
 

Para los estudiantes, el agua limpia en la escuela no era suficiente y estaban dispuestos a ampliar el acceso al agua limpia a sus hogares. Así que, junto con los estudiantes, nos asociamos con el gobierno municipal de la época y trajimos recursos de la Fundación Gonzalo Río Arronte, UBSA (una empresa de desarrollo regional) y donantes individuales para, con el tiempo, construir docenas de sistemas de captación de agua de lluvia a gran escala en comunidades atendidas por el SABES. A lo largo del proceso inicial, los propios estudiantes fueron los encargados de estudiar las comunidades vecinas, recopilar datos, educar a los demás y decidir qué comunidades debían beneficiarse de la implantación de estos nuevos sistemas de cosecha de agua de lluvia. En propias palabras de un estudiante en el transcurso del proyecto:

"La contaminación del agua es un problema muy grande hoy en día. Trabajar en este problema es una forma en que nosotros, como estudiantes, podemos contribuir a crear un mundo mejor para el futuro. Tenemos que educarnos para cambiar el rumbo de nuestro futuro. Aquí hicimos cambios sencillos, pero esperams que profundos". 


- Emmanuel, alumno de la preparatoria SABES de Agustín González.

Al principio, nadie esperaba que el proyecto de Agustín González tuviera tanta repercusión regional. Sin embargo, ese sistema inicial de cosecha de agua de lluvia en el SABES acabó impulsando proyectos similares en nueve comunidades vecinas en los meses e incluso años siguientes. Se amplió exponencialmente la base regional de conocimiento, se creó un nuevo acceso al agua limpia y se transformó la salud de generaciones futuras. 

En la cuarta parte de nuestra serie, la semana que viene, profundizaremos mucho más en la respuesta a la crisis hídirica, ilustrando soluciones como la recogida de agua de lluvia con mucho más detalle y destacando las diferentes tecnologías que hemos desarrollado internamente, como nuestro Sistema de Tratamiento de Aguas Subterráneas y el Aguadapat, que nos están ayudando a tener un impacto mucho mayor que el de ahora.

Fotos: (Arriba) Henry Miller, de El Maíz Más Pequeño, junto con un alumno del SABES aprendiendo a colocar tuberías en un sistema de recogida de agua de lluvia en dicha escuela. (Abajo) alumnos construyendo un sistema de tuberías en el techo del edificio principal del instituto para la captación de agua de lluvia.

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Romeo Robles